Aunque se parezcan los nombres, no tienen nada que ver, puesto que justo al principio de la etapa pasamos de territorio chileno a Perú. Etapa de 400 kilómetros, por tierras nuevas para todo el mundo, ya que es la primera vez que el rally Dakar pasa a tierras peruanas. Salimos del vivaque y retomamos l a Ruta Panamérica, para pasar las aduanas Chilenas y Peruanas a partir del kilómetro 13. Todo el papeleo estaba arreglado en el vivaque de Arica, al igual que pasó en Fiambalá, la organización junto con las autoridades del lugar nos sellan los pasaportes para no tener que guardar cola en la propia aduana. Imaginemos a más de 3.000 personas de golpe en una aduana de una carretera, se colapsaría.
Atravesamos el Desierto de la Clemesi, por carreteras que alternaban grandes rectas con subidas y bajadas muy pronunciadas. La carretera se metía entre las montañas rocosas y al salir aparecían grandes dunas, era un paisaje que me llamó mucho la atención. El único tráfico que encontramos eran camiones de gran tonelaje.
Arrancamos a las 6:45 con el propósito de llegar sobre las 15 horas para comer en el vivaque y montar todo, pero el hombre propone y Dios dispone. Cuando llevábamos más de la mitad del camino, nos llamaron para informarnos que los dos Mitsubishi estaban tocados mecánicamente por la especial que estaban disputando, así que nos dispusimos a dar la vuelta y volver casi 50 kilómetros donde nos esperarían para intentar arreglarlo, a la salida de un pueblecito.
El nº 333 durante la especial había perdido la rueda trasera izquierda y consiguieron poner una de repuesto pero quitando un tornillo a cada una de las otras, al salir la rueda dañó el disco de freno y el buje trasero. En 15 minutos los mecánicos chinos habían dejado puesto todo perfectamente. Al nº 387 al cruzar un río había mojado el filtro de aire y no aspira bien, así que también se le cambió. Mientras estábamos allí apareció M. Puertas que también había tenido problemas al cruzar el río, puesto que se cayó y al salir tuvo que desmontar escape, carburación y filtro de aire para dejarla en orden de marcha.
Cosa anecdótica en este punto es que pasó una moto con el nº 180 (creo recordar) pidiéndome los calcetines porque se había caído también al río y los llevaba mojado, así que se fue con mis calcetines que llevaba puestos. Al caso me acuerdo que en las primeras etapas también nos paró el coche 372 para pedirnos unas zapatillas, al copiloto se le había olvidado en el camión de su asistencia y no le iban a dejar salir a la especial en chanclas con el mono, un poco raro si iba a quedar. Manolo que iba sin conducir se las dejó, la verdad que al terminar el día el chico se acercó a darnos las gracias y devolver las zapatillas a Manolo.
Durante todo el trayecto nosotros íbamos paralelos a la especial de los competidores de carrera y en algunos tramos había cortes de tráfico debido a que las especiales cruzaban la calzada.
Así que con todo esto llegamos al vivaque a las 20.30 horas. Para colmo, en la entrada de Arequipa tardamos casi 2 horas en recorrer los últimos 35 kilómetros, por la gente se estaba acercando al vivaque a ver lo autos de carreras.
En lo deportivo, os podéis imaginar una jornada desastrosa para el equipo Chengdú, que perdieron ambos casi 5 horas en la general, llegaron al vivaque más allá de las 11 de la noche. Los mecánicos tuvieron trabajo toda la noche, terminaron con los Mitsu las 6 de la mañana, hora que tenían la salida los coches. M. Puertas del equipo Himoinsa team, perdió casi 1 hora en el arreglo de la moto al salir del río.
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